Columna publicada el 20 de diciembre de 2023 en el Diario la Nación
Gran ejemplo
nos ha dado los chilenos con relación al proceso que pretendía la modificación
de su Constitución Política. Después de 5 votaciones constitucionales, no fue
posible su cambio. Ni el proyecto con sesgo ideológico de izquierda fue
aprobado, como tampoco el de la derecha. Este caso, por la connotación que
reviste, es un importante referente a nivel mundial en materia de procesos
constituyentes para los Estados que lo están contemplando. Incluso, para
Colombia, cuando se nos amaga en ciertas ocasiones sobre la posibilidad de una
nueva constituyente. El presidente de Chile que entró con esa bandera de la
modificación de la Constitución, no la pudo cumplir. Y, el próximo presidente o
los siguientes no muy lejanos, no se embarcarán en este proceso nuevamente dado
el cansancio del pueblo en este tipo de elecciones y el desgaste del gobierno
en ejercicio para lograrlo. Interesante, consolidar un análisis de lo ocurrido
en este país. Pues si bien se llegó a ese punto, producto de un estallido
social y que deseaba un cambio profundo, finalmente el pueblo chileno, ya con
una pedagogía y debate profundo, al no aprobar los dos proyectos presentados a
su consideración, se desprende que mejor opta por el centro. Es decir, que
triunfó la moderación. Este camino recorrido por los chilenos nos lleva a
revisar nuevamente procesos constitucionales (derecho comparado) seguido por
otros Estados. Incluso, el surtido por Colombia para la expedición de la
Constitución de 1991. Ello, con el fin de contrastar que al emprender este
camino de cambiar (modificar) una Constitución con sujeción a los principios
democráticos, no tiene un final asegurado desde la óptica de los políticos que
la propusieron frente a la aprobación o rechazo del pueblo. El engranaje en las
relaciones entre el Estado, sistema y régimen político, gobierno, sociedad y
partidos frente a los cambios perseguidos, bien desde la concepción del
liberalismo, estatismo o neoliberalismo corresponden a una madurez, incluso
política. Así lo sentenció o lo asumió el presidente de Chile al recibir el
escrutinio de su pueblo con estos rechazos. Prácticamente, indicó que la
responsabilidad es de tipo política y que todos deben asumirla en su país.
Efectivamente, cambiar o modificar una constitución no está al orden del día.
No estamos preparados para realizarla en cualquier momento. Ni siquiera, en
cualquier coyuntura. El sólo hecho de plantear una constituyente genera
incertidumbre. En estos tiempos de cambios acelerados en todos los órdenes
sociales, al parecer, este sí se toma su tiempo. Por eso, quienes pretenden con
la advertencia en cuanto que, si las reformas del gobierno no pasan en el
congreso, lo mejor sería una constituyente, no es tan viable. En el caso
colombiano, en materia de decisiones vía voto popular prima la moderación.
Prueba de ello, las elecciones regionales de octubre. Magnífico ejemplo de los chilenos
para el mundo entero. ¡Que viva la democracia!.
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