Columna publicada el 24/01/2024 en el Diario la Nación
Ante el anuncio o llamado del presidente de la República
para realizar una autorreflexión del Pacto Histórico con la reunión de las
1.500 personas elegidas en 2023 en un congreso progresista y con miras a configurar
un solo partido político mediante convocatoria al frente amplio en cada
municipio, departamento y la Nación con todas las fuerzas democráticas que
quieran para lograr el objetivo consistente en ganar las elecciones del 2026 y,
hacer irreversible la transformación democrática de Colombia y el acuerdo nacional
para la justicia y la Paz; constituye el puntillazo en toda la yugular al
sistema de partidos políticos dispersos que tenemos y, una máxima advertencia
que, reviste un análisis oportuno dada la coyuntura política por la que
atraviesa el país y los demás partidos que no están en su coalición. La
connotación que tiene esta convocatoria está mediada por la dignidad que
ostenta quien la realiza: nada más y nada menos el presidente en ejercicio. Esto
es como si claramente estuviera participando en política. Indiscutiblemente, quiérase
o no, la campaña presidencial arrancó para el 2026. Pero ocurre, no como debía
ser. Sino por un llamado presidencial. Curioso. Pero digamos que el presidente
llama a todos los partidos y movimientos afines o de su coalición para
conformar un partido. Que ello se cristaliza. Que realizan el congreso. Que
forman un partido único. Es decir, que siguen el libreto trazado ya hace años y
van a alecciones con un jefe natural difícil de adivinar. Hasta ahí, sin
problemas. El tema está para los otros partidos o movimientos que no son del
pacto histórico. O de los que pertenecen, pero no se alinearían por diferencias,
incluso, ideológicas no compatibles. Sencillo. O se despabilan y se unen
también a hacer lo propio, o de lo contrario, preparados para seguir el ejemplo
de los vecinos como partidos o movimientos sin escaños de poder. Esta incitación del presidente no constituye
una charlataneada de pasillo. Ni una broma o inocentada. Fue algo directo y sin
mandarlo a decir con terceros. Es para ponerle suprema atención y actuar
también desde la otra orilla: la de los partidos y movimientos que no
atenderían este propósito. En otras palabras, alguien debe liderar el llamado a
los otros miles de personas elegidas para vislumbrar los caminos de manera
unida para enfrentar las elecciones democráticas del 2026 con el partido único
que salga del pacto histórico, si decidiera llamarse igual. Songo, sorongo ya
tenemos un libreto igual: México que celebra el próximo 2 de junio elecciones
para suceder a Andrés Manuel López Obrador. A estas alturas, el tiempo es el
principal factor en contra. Me llama la atención, aurreflexión
total, sobre tantos partidos y movimientos y reducirlos en número. Así, no sea
por Ley, sino por acuerdos y unidos para las elecciones. Quedan advertidos.
Después no diga que no se les dijo.
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