Columna publicada el 14/06/2023 en el Diario la Nación
Si
bien es cierto que el Decreto 815 de 2018, modificatorio del Decreto 1083 de
2015 (reglamentario del sector de la función pública) estipuló lo relacionado con
las competencias laborales generales que se deben fomentar o propender para los
empleos públicos de Colombia; al parecer, no ha cumplido a cabalidad sus
objetivos. Por citar sólo unos burdos ejemplos que se desprenden de las
actuaciones del ex embajador Armando Benedetti, la ex jefe de gabinete de
palacio, Laura Sarabia, el coronel de la policía muerto en extrañas
circunstancias y quien prestaba sus servicios en la casa de Nariño, Oscar
Dávila Torres, la ex ministra del deporte María Isabel Urrutia (investigada por
contratación ilegal), no nos deja bien parados con relación a las competencias
laborales que deben tener los servidores públicos de Colombia en esta época de
la inteligencia artificial o era del internet. Es decir, nada que ver con un
servidor público 4.0 requerido. Entonces, ¿qué tipo de competencias requiere el
servidor público de nuestro país para encarar esta digitalización en marcha y
que no tiene reversa? Se hace referencia, por supuesto, a las competencias
prioritarias básicas de lo que significa un servidor público 4.0. En ello, ha trabajado
la función pública para que los más de un millón cuatrocientos mil (1.400.000)
servidores públicos tengan desarrollado sus capacidades en cuanto atención al
detalle, pensamiento analítico, pensamiento crítico, orientación,
argumentación, análisis de datos, orden holístico, atención a instrucciones,
aprendizaje continuo y capacidad de resolución de problemas; pero las
investigaciones penales, disciplinarias, fiscales y hasta de control político y
social, reflejan otra cosa. Es más, el nuevo equipo del Departamento de
Administrativo de la Función Pública, ha expresado públicamente que la norma
antes citada ya está en proceso de modificación (un proyecto de reforma). No
sólo con el fin de fortalecer las competencias antes indicadas, sino aquellas relacionadas
con habilidades sociales como el respecto diferencial, regulación emocional,
comunicación efectiva, empatía, resiliencia y tolerancia. Por los casos
referenciados y los cientos o miles de casos al respecto ocurridos a lo largo y
ancho del país en las diferentes entidades del Estado, más bien se está en déficit.
No obstante, en los cambios propuestos a la norma mencionada, a fin de atraer,
desarrollar, y retener los mejores perfiles de las personas que visibilizan el
servicio público, es que se trabaje arduamente en los ejes de ética e
integridad, inspiración e influencia, aseguramiento de la productividad y en la
transformación tanto institucional como personal. Con ello, se lograría la
materialización de la productividad, construcción de integridad, gestión
cultural, desarrollo de personas y equipos; precisamente como base o eje
fundamental de un buen servicio público propio de un verdadero servidor público
4.0. Es complejo el panorama con tantas situaciones que están minando hasta la
salud mental de este importante sector de los colombianos (los empleados
públicos). Sin embargo, no se debe bajar la guardia. Es necesario trabajar por
un buen servicio público y por lo público: con amor, pasión y responsabilidad.
El más noble y bonito de los servicios públicos, es empezar por reconocer que
gracias a la ciudadanía se es servidor público. Sí es necesario ese cambio. A
gritos. Los colombianos lo merecemos. Un Estado más cercano al ciudadano en el
medio que nos movemos: el digital o de la IA. Viva el servidor público 4.0. y
celebremos el día del servidor público el 27 de junio.
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