Columna publicad el 31 de mayo de 2023 en el Diario la Nación
Con el escándalo (que parece más un cuento de las mil y una noche) sobre la
pérdida millonaria que tuvo la jefe de gabinete de la casa de Nariño, Laura
Sarabia, y que involucró a su exniñera, además del presidente Petro, fiscalía,
procuraduría, policía y funcionarios de palacio; es para no creerlo. Digno, no
de un cuento, sino de una novela de ficción. Cómo no seguir su trama. Un caso
ocurrido hace más de tres (3) meses y que ahora se rebota como el alkaseltzer
en su mezcla en un vaso con agua. Justo en el centro de poder de la rama
ejecutiva. Pero ¿por qué tanto interés?. No sólo por la forma en que ocurrieron
los hechos, el origen de los recursos, su destino, porqué y para que tanto
efectivo en una maleta precisamente en un funcionario de este nivel y entidad
pública, por un lado. Por otro, el proceder de la jefe de gabinete y de quienes
estaban a su cargo como servidores públicos, en especial el coronel de la
policía que autorizó y utilizó el polígrafo en un procedimiento previo y exprés
sin tener apertura de una indagación preliminar o investigación formal por
parte de la fiscalía y la procuraduría o si se quiere, de la oficina de control
interno disciplinario del Departamento Administrativo de la Presidencia de la
República. Más, sí los recursos se hurtaron fue en la casa de la funcionaria y
no en el palacio presidencial. No me imagino esos instantes cuando se tiene a
la ex -niñera en la prueba del polígrafo por varias horas. Observar las
declaraciones del comandante de la policía por televisión al indicar que la
señora presuntamente involucrada aceptó libre y voluntariamente que le
aplicaran el polígrafo, es sencillamente patético. En igualdad, el ministro de
defensa prácticamente avaló este mismo argumento: que había sido
voluntariamente. No quiero imaginarme esas horas de angustia con todo el poder
de la fuerza y coacción física y psicológica, no digo de autoridad (porque se
perdió en ese momento) aplicado a esta señora. Más, cuando fue advertida que
harían allanamiento hasta sus familiares. De aquí que la fiscalía y
procuraduría entren a evaluar, como lo han advertido, no solo para investigar
los hechos puestos en conocimiento, sino la extralimitación por parte de los
servidores públicos y el abuso de poder, incluido el de la propia doctora Laura
Sarabia. Bien hace el presidente al autorizar que la fiscalía proceda en su
investigación, revise protocolos de
seguridad, cámaras y demás actos; desde luego no como un “allanamiento ni golpe
blando” como ha hecho referencia y comparación de lo ocurrido en el Perú en su
momento con el presidente Castillo en sus trinos y comentarios y, también a la
procuraduría para que haga lo suyo desde la visión del derecho disciplinario
(sancionador) en cuanto al debido proceder de la conducta de los
funcionarios(deberes funcionales) que estuvieran involucrados. Lo que llama la
atención de todo esto, es la forma como se procedió. Me recrea la época de la
guerra fría. También, lo de espías y contraespías cuando eran capturados por el
opositor. O entre grupos armados irregularmente cuando capturan al enemigo.
Incluso me lleva hasta recrear películas al respecto para obtener la verdad del
investigado. Como abogado, no veo las fibras sensibles del Estado Social de
Derecho presentes en este proceder. Sólo hasta ahora con el escarnio público.
Hasta en las empresas se había perdido la intensidad en la utilización de este
método para reclutar a los mejores empleados. Pero en presidencia, se ha
revivido su uso. Mucho cuidado. ¿Involución a la vista?.
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