Columna publicada el 18 de octubre de 2023 en el diario la Nación
En días
anteriores (29, 30 de septiembre y 1º de octubre) se llevó a cabo la IX reunión
del Grupo de Puebla, en Puebla, México sin que tuviera mayor trascendencia o impacto
en los medios de comunicación de nuestro país. Tal vez, por los diferentes
hechos noticiosos que han marcado otros temas de interés. Es importante
recordar que este grupo fue creado en el 2019 como un espacio de coordinación y
articulación de las ideas, modelos productivos, programas de desarrollo y
políticas de Estado de carácter progresista o de la social democracia y en el
que participa el presidente Petro. Por supuesto, como expresidente, también forma
parte del grupo, Ernesto Samper, entre otras figuras de América Latina y de
Europa. No obstante, esta reunión no debe pasar inadvertida, dado los temas
abordados con su principal mentor o promotor, Andrés Manuel López Obrador
presidente de México. Máxime, si se quiere encontrar conexión alguna con el
foro de Sao Paulo (creado en 1990), el cual se ha reactivado nuevamente con
Lula da Silva, presidente de Brasil. La coexistencia de estos espacios es el
punto importante que debe marcar la reflexión en esta coyuntura. Hasta donde va
el primero y donde comienza o termina el segundo. En qué puntos convergen o
toman distancia. Cual liderazgo prima, el de López Obrador o Lula da Silva. Los
temas de los que se ocupan no muestran brechas distantes. Más bien, su
alineación con los intereses de los autoritarismos o dictaduras (autocracia) del
continente son evidentes. Pareciera que la reunión de Puebla es como un espacio
más de discusión del Foro de Sao Paulo. Así mismo, que tanto los integrantes
del grupo de Puebla como del Foro de Sao Paulo, no parecen tener la intención
de alejarse de los proyectos autoritarios y mucho menos de emitir declaraciones
condenatorias por sus actuaciones. Si bien es cierto que la reunión de Puebla pretende
ayudar a recuperar la voz de Latinoamérica y el Caribe en compañía de gobiernos
con ideologías progresistas teniendo como retrovisor las fuerzas de la derecha,
que, en palabras de Ernesto Samper, estos quieren desembarcar en América Latina
y se deben combatir sin odios ideológicos, pero con posiciones progresistas; no
parece estar a la vuelta de la esquina. Lo que sí es plausible, es la agenda desarrollada.
Propuestas tendientes a la solución de los bloqueos económicos, al multilateralismo,
superación del hambre, al cambio climático, dolarización (creación de una moneda
común), fin del conflicto entre Ucrania y Rusia, al neoliberalismo (con un
nuevo modelo solidario de desarrollo), transición energética, inserción del
continente en el sur global, convergencia de sus organismos de integración
subregional, y en estos últimos días, a la solución pacíficamente el conflicto
entre Israel y Palestina; son pertinentes. El problema, es que con la soberbia
de quienes promueven estos foros no se logrará. No contagian.
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